(Prensa/AP).-El gobernador del estado de Guerrero, Héctor Astudillo, anunció el viernes el despliegue de efectivos federales y la creación de nuevos grupos conjuntos de policías y militares ante la creciente violencia del crimen organizado en distintos punto de la región y el hallazgo de 32 cadáveres y nueve cabezas en fosas clandestinas.
La zona donde fueron encontrados los restos humanos es asolada por una lucha a sangre y fuego entre dos grupos rivales del narcotráfico —los Rojos y los Ardillos— que también se dedican a la extorsión, secuestro y homicidios. Sin embargo, la violencia se ha propagado en las últimas semanas a otras zonas, más al norte del mismo estado de Guerrero, al parecer por los enfrentamientos entre otros grupos delictivos como La Familia, Guerreros Unidos y los Tequileros.
La situación se complicó, además, con la nueva irrupción de ciudadanos hartos de la violencia que han formado sus propios grupos de autodefensa, grupos que, en ocasiones, juegan un papel contradictorio porque complican que la policía y los soldados se muevan libremente y, a veces, actúan a favor de algún grupo criminal.
Los 32 cuerpos y las cabezas se localizaron en el municipio de Zitlala, donde un grupo narcotraficante había instalado un campamento rural en el que tenía secuestradas a personas. Cuando una patrulla conjunta del ejército y la policía llegó al campamento a principios de semana encontró a un hombre secuestrado y lo que parecían varias fosas clandestinas.
Los investigadores informaron inicialmente que habían encontrado decenas de cadáveres, pero días después de efectuar varias excavaciones encontraron un total de 32 cuerpos en 17 fosas. El campamento estaba cerca de la zona donde la semana pasada fueron encontrados nueve cadáveres decapitados que fueron arrojados en un camino. Las nueve cabezas encontradas en hieleras en el campamento podrían pertenecer a esos cadáveres, según los investigadores.
El portavoz del Grupo de Coordinación Guerrero, Roberto Álvarez Heredia, dijo que los soldados recorren la zona en busca de más fosas clandestinas mientras los investigadores intentan identificar a los cadáveres y a los asesinos. Pero no se trata solo de muertos. Guerrero está sufriendo constantes secuestros, como el reciente plagio de una docena de personas en la ciudad de Ajuchitlán, en el norte del estado.
En este municipio, los vecinos se organizaron para crear grupos de vigilancia y buscar a los secuestrados y amenazaron con crear autodefensas armadas como las que se han visto envueltas en choques violentos los últimos días. El autor de estos últimos secuestros parece ser un grupo liderado por alguien llamado «El Tequilero» a quien las autoridades consideran desesperado, herido y en constante huida.
La Fiscalía del estado trabaja en su búsqueda tanto con helicópteros como con efectivos sobre el terreno porque cree que se esconde en lugares de la montaña donde también podría tener a sus víctimas. El gobernador Astudillo condenó lo que describió como la ola de brutalidad y salvajismo y su despacho se refirió a la situación como una alteración del orden público a causa de la delincuencia organizada.
El mandatario dijo que los nuevos grupos de efectivos militares y policías volverían a patrullar los lugares más complicados donde ha crecido la violencia en las últimas semanas pero advirtió que esos efectivos no podrían estar en donde se han organizado los grupos de civiles armados. «No puede haber ejército, y policía del estado con grupos armados», indicó. «Retírense (esos grupos de civiles) y entramos inmediatamente», dijo en un mensaje a los ciudadanos en armas.
De hecho, indicó que 200 policías del estado de Guerrero, con refuerzos del estado vecino de Michoacán, fueron asignados a zonas montañosas remotas en un intento por encontrar a los hombres de Ajuchitlán secuestrados. Otro punto complicado del estado es el conocido como Tierra Colorada, cerca del puerto turístico de Acapulco, donde grupos antagónicos de autodefensa han escenificado enfrentamientos por el control de la localidad, lo que ha suscitado temores de que hayan tomado bando en las disputas entre células delictivas.
«La verdad, ni son policías ni son comunitarios», subrayó el gobernador sobre los civiles alzados. «Son grupos armados que lamentablemente realizan acciones que no le sirven a la comunidad, que no le sirven al pueblo, generan demasiada confrontación, violencia, más que ayuda. Se han alejado realmente de su espíritu original».
Guerrero, un estado principalmente rural y donde abunda la pobreza, registró 1.832 homicidios en los primeros 10 meses de 2016. Si persiste ese ritmo, la tasa de homicidios en Guerrero alcanzará los 60 por cada 100.000 habitantes. Esa cifra se acercaría a la tasa más alta que registró el estado en 2012, de 68 homicidios por cada 100.000 personas.